Lirio Gutiérrez Rivera *
April 8, 2020|Crimen y Violencia, Honduras, Narcotráfico
En las últimas décadas, Honduras ha llamado la atención por los altos niveles de violencia, la inseguridad, crisis política (el golpe de 2009 y la crisis electoral de 2017) y el movimiento masivo de personas saliendo del país conocido en los medios como las “caravanas migrantes”. Varios informes de derechos humanos de organizaciones internacionales y estudios han querido entender las razones que han llevado al país a una situación constante de precariedad a nivel político y social que impacta principalmente a las poblaciones de menos recursos. La historia de fragilidad en las instituciones estatales, la permanencia de la pobreza y desigualdad y un proceso de democratización inacabado son algunas razones subyacentes.
Otra razón que han señalado estudios e informes ha sido la presencia del crimen organizado y el tráfico de drogas en Centro América (Ver Cantor 2014, Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, 2012, Salomón 1994). En las últimas décadas, el narcotráfico y el crimen organizado han ido formando parte del paisaje de violencia, inseguridad y inestabilidad para muchos hondureños, propiciando muchos a desplazarse internamente, así como fuera del país por su seguridad y porque no encuentran protección del estado (Ver Gutiérrez Rivera 2019). Además, se ha comprobado la participación de las elites políticas y económicas hondureñas en el tráfico de drogas, así como la implicación de grupos de crimen organizado como El Cartel de Sinaloa y Los Zetas en la financiación de campañas presidenciales y el lavado de dinero a través de actividades empresariales de las elites (Dudley 2016). En lo que resta de esta nota, se explora algunos factores que contribuyeron al establecimiento del tráfico de drogas y el crimen organizado en el país.
Los militares
Si bien varias notas del periodismo investigativo recientemente han señalado la implicación de altos oficiales de las fuerzas armadas en el tráfico de drogas (Ver Lohmuller 2016), es importante señalar que su participación no es reciente. La participación de los militares en el narcotráfico se hizo evidente en los años setentas con el asesinato de Mario y Mary Ferrari, una pareja de clase media alta que traficaban cocaína, armas y esmeraldas. El asesinato de los Ferrari evidenció la participación de altos oficiales de las fuerzas armadas y del narcotraficante hondureño Ramón Matta Ballesteros en el tráfico de drogas. Los militares tenían una posición privilegiada en el país en ese momento. Desde los sesentas estaban en el poder mediante el establecimiento de una dictadura.
Una coyuntura particular de la región centroamericana cimentó el poder político y económico de los militares en el país. Por un lado, el surgimiento de movimientos sociales y de grupos armados en la región y la revolución Sandinista en Nicaragua generaron temor por parte de los gobiernos de Estados Unidos y Argentina, así como varios grupos económicos y políticos locales frente a la posibilidad del establecimiento de socialismo y/o comunismo. El gobierno de Estados Unidos financió operaciones secretas de contrainsurgencia mientras que el gobierno de Argentina entrenó a los militares hondureños para la ejecución del programa contrainsurgente. Los militares se beneficiaron política y económicamente de la llegada de fondos para combatir el socialismo y el comunismo. Por ejemplo, el presupuesto de las fuerzas armadas era independiente del presupuesto nacional el cual no pasaba por ninguna supervisión por el gobierno.
Por otro lado, los militares se beneficiaron económicamente del modelo de desarrollo de industrialización por sustitución de importaciones. Si bien la implementación del modelo ISI en el país fue débil, permitió, no obstante, el surgimiento de nuevos grupos económicos distintos a los terratenientes tradicionales. El acceso a créditos para los nuevos grupos económicos que surgieron no sólo era administrado por los militares en el poder, sino además también accedieron a créditos para diversificar sus iniciativas empresariales (e.g. el establecimiento de bancos, inversión en el sector agropecuario y manufacturero, etc.) y convertirse en un grupo económico y político en el país.
Esta posición privilegiada económica y política de las fuerzas armadas hondureñas y el control sobre los puertos (aire, mar y tierra) y el territorio nacional y la ausencia de veeduría del presupuesto de las fuerzas armadas y sus actividades facilitaron la participación en el tráfico de drogas proveniente de Sur América.
Transformación de las elites
En los últimos años, han surgido varios reportes detallando los vínculos de familias o miembros de la elite política y económica con el crimen organizado. Este ha sido el caso de la familia Rosenthal y Handal que tuvieron vínculos con los grupos de crimen organizado, “Los Valle Valle” y “Los Cachiros” (Ver Dudley 2016, Insight Crime) y más recientemente los vínculos del hijo del expresidente Porfirio Lobo y el hermano del actual presidente de Honduras, Tony Hernández, con el narcotráfico.
La participación de algunos miembros de la elite política y económica hondureña con el narcotráfico es más reciente que los vínculos de las fuerzas armadas. Su involucramiento con el crimen organizado se debe en parte a la transformación de elite en la región. Como indica el estudio de Bull et al (2014), las elites centroamericanas se transformaron en las últimas décadas beneficiándose de varias políticas económicas orientadas a la estabilización macroeconómica como el modelo de sustitución de importación de productos en los sesentas y setentas y luego el programa de ajuste estructural (mediante préstamos del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) en los ochentas y noventas. Estas políticas contribuyeron que las elites diversificaran sus actividades económicas en los sectores de la agricultura, industria, y, sobre todo, en el área financiero y bancario. Asimismo, estas elites se vincularon con los partidos políticos tradicionales, el partido Liberal y el partido Nacional, participando y financiando sus campañas electorales y trabajando en el sector público como altos funcionarios.
La transformación de las elites las enriqueció en tanto que se beneficiaron de exención de impuestos y de créditos para sus actividades económicas. Su vínculo con el crimen organizado debe entenderse en este contexto de transformación económica y de política pública en la región centroamericana. Por un lado, diferentes grupos de crimen organizado tenían una presencia cada vez más fuerte en la región. Esto debido a que Centro América se había convertido en el principal tránsito de drogas ilícitas hacia Norteamérica. Una consecuencia de la presencia de varios grupos de crimen organizado en Honduras, como “los Valle Valle”, “Los Cachiros”, entre otros, fue la necesidad de articular el capital obtenido de actividades ilícitas con el sector económico legal, el cual estaba bajo control de las elites. Varios miembros de diferentes grupos de crimen organizado empezaron a establecer conexiones y relaciones con políticos y con miembros de las elites. Si bien algunos miembros de las elites apoyaron en el transporte de drogas, contribuyeron principalmente al lavado de dinero a través de sus actividades económicas. Por ejemplo, varios miembros de “Los Cachiros” tenían línea de crédito con el Banco Continental, el cual era de la familia Rosenthal y que financiaba varias actividades económicas de “Los Cachiros” como ganadería, la palma africana, entre otras actividades. Asimismo, los miembros de crimen organizado establecían conexiones con políticos para poder realizar sus actividades de lavado de dinero. Este es el caso del vínculo de algunos alcaldes de la costa norte de Honduras quienes permitieron actividades de ganadería y construcción de miembros de crimen organizado. Estas conexiones de las elites políticas y económicas de Honduras con el crimen organizado, reforzadas con los altos niveles de corrupción en el sector público y en las instituciones estatales, han tenido consecuencias nefastas en el país, particularmente un alto nivel de violencia, así como la emergencia de formas paralelas de gobernanza criminal.
La Guerra Contra las Drogas
“La Guerra Contra las Drogas” hace parte de una agenda global liderada por Estados Unidos para controlar la producción, tráfico y consumo de drogas ilícitas. Inició en Estados Unidos en los sesentas por el aumento en el consumo de drogas en el país. La respuesta fue muy simplista: prohibir y penalizar el consumo de drogas, así como detener la producción de drogas en los países. En los ochentas, el presidente Ronald Reagan retomó la “guerra contra las drogas” de manera más agresiva (y menos preventiva) centrándose en América Latina, de donde venía la mayoría de droga consumida en Estados Unidos, y adoptando una posición más punitiva frente a las personas adictas a las drogas.
Uno de los efectos de la política exterior de drogas de Estados Unidos en Honduras fue el decreto 126 de 1989 que sanciona el cultivo, producción y tráfico, así como el consumo y posesión de drogas ilícitas. Este decreto, el cual aún está vigente, criminaliza y penaliza a cualquier persona con drogas. En los últimos años se ha recrudecido la “guerra contra las drogas” en Honduras y Centro América debido a la fuerte presencia del crimen organizado y que la región centroamericana se ha convertido en uno de los principales corredores de tránsito de droga proveniente de Suramérica y de México. Los efectos de esta política han sido nefastos. Por un lado, la ayuda financiera enviada a Honduras por parte de Estados Unidos para combatir el crimen y las drogas contribuyó a la presencia más agresiva de agentes de seguridad en zonas de bajos de recursos quienes se dedicaban a realizar redadas relámpago para arrestar presuntos criminales y delincuentes que participaban en la venta y tráfico de drogas. Por otro lado, la “guerra contra las drogas” transformó la violencia, la cual se volvió más cruda. Esto era evidente en las cárceles donde aumentaron considerablemente motines y masacres de reos debido a la sobrepoblación penitenciaria y a alteraciones en el ‘orden’ que existía en las prisiones y que controlaban los reos. Asimismo, la “guerra contra las drogas” ha empoderado a altos oficiales de la policía, a funcionarios políticos y miembros de la elite política y económica. Algunos han participado con el crimen organizado en el tráfico de drogas recrudeciendo las condiciones en varias partes del país.
Conclusiones
Honduras no es un lugar seguro, evidente en la salida masiva de hondureños hacia Estados Unidos. Si bien la migración hacia Estados Unidos no es nueva, ésta sí ha aumentado considerablemente en los últimos años en gran parte por la presencia del crimen organizado y el narcotráfico. Sin duda, el narcotráfico y el crimen organizado son uno de los factores que ha convertido al país en un lugar violento e inseguro. Los factores descritos aquí no son los únicos, pero buscan visibilizar que el tema de narcotráfico, violencia y crimen organizado en Honduras -y Centro América- es complejo y esta nota ha buscado entrever algunos factores relacionados a un fenómeno que no sólo ha tenido efectos negativos en la sociedad hondureña, sino que está estrechamente vinculado a procesos globales que han transformado la región y afectado a los hondureños y hondureñas.
Referencias
Bull, Benedicte, Fulvio Castellacci y Yuri Kasahara. (2014). Business Groups and Transnational Capitalism in Central America. Economic and Political Strategies. Palgrave Macmillan: New York, Basingstoke.
Cantor, David J. (2014). “The New Wave: Forced Displacement Caused by Organized Crime in Central America and Mexico”. Refugee Survey Quarterly, 33(3): 34-68.
Dudley, Steven. (2016). “Elites y crimen organizado en Honduras”. Insight Crime. URL: https://es.insightcrime.org/investigaciones/elites-crimen-organizado-honduras-introduccion-honduras/
Gutiérrez Rivera, Lirio. (2019). “El papel del estado hondureño en el desplazamiento de hondureños huyendo la violencia”. Hot Spots, Cultural Anthropology. URL: https://culanth.org/fieldsights/the-role-of-the-state-in-hondurans-fleeing-from-violence#ST
Lohmuller, Michael. (2019). “Honduras Military Collusion with Drug Traffickers Remains an Issue”. Insight Crime. URL: https://www.insightcrime.org/news/brief/honduras-military-collusion-drug-traffickers-still-issue-report/
Salomón, Leticia. (1994). La violencia en Honduras. CEDOH: Tegucigalpa, Honduras.
Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. (2012). “Informe mundial sobre las drogas”. URL: https://www.unodc.org/documents/data-and-analysis/WDR2012/WDR_2012_Spanish_web.pdf
* Lirio Gutiérrez Rivera, Universidad Nacional de Colombia
Profesora asistente del Dept de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia. Estudió antropología (MA Universidad de los Andes-Colombia) y ciencia política (Dr.phil. Freie Universität Berlin). Su investigación se ha enfocado en entender la marginalidad, la violencia y migración en contextos urbanos en América Latina, particularmente en Honduras y Colombia. Ha realizado estudios sobre maras, violencia, cárceles y migración en Honduras. En Colombia ha realizado estudios sobre género y planeación urbana